Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.

El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.

Hoy te cuento la historia de José Luis de 38 años de Salamanca.

Señora Moro, me da vergüenza contar mi historia. Hace poco conocí a Luciana, la mujer más delicada y guapa que jamás había visto. Coincidimos en el matrimonio de mi sobrina y me quedé estupefacto con su belleza.

Conversamos un poco, intercambiamos números y al día siguiente la invité a salir para almorzar juntos. Llegamos al restaurante, Luciana estaba vestida como una reina. Grande fue mi sorpresa, doctora, al ver su comportamiento en la mesa. Como el mesero no se acercaba a atendernos por la alta demanda, Lu lo llamó a gritos e, incluso, hizo un fuerte silbido con los dedos. Luego, pidió dos platos de fondo. Parece como si no hubiera comida antes. Y empezó a comer las papas con las manos. También pidió un par de “chelas bien helenas”, o sea cervezas heladas. Al verla, hasta llegué a pensar que yo era una víctima de algún experimento social o de una cámara escondida.

Luego, pasó algo increíble. Luciana se peleó con una chica que estaba sentada en otra mesa porque, según ella, la había “barrido” con la mirada. Casi la agarra de los pelos y su lenguaje fue extremadamente vulgar. En ese instante dejé de verla como una dama.

Al salir del restaurante me dijo que debía volver a su trabajo. Insistí en pedirle un servicio de taxi por aplicación, pero respondió “choche, no llegan esos taxis a mi barrunto, pero gracielas”. Doctora, me encanta Luciana, quisiera seguir viéndola e intentar ayudarla a mejorar. ¿Qué opina

CONSEJO

Estimado José Luis, intenta salir unas veces más con Luciana y evalúa si es posible manejar la situación prudentemente, es decir aconsejarla a que mejore algunas conductas. Si notas que lo toma a mal, es mejor que no insistas o podrías salir lastimado. Hay personas que no están dispuestas a cambiar por nada ni por nadie, y se respeta. Suerte.