Ingrid Yrivarren: la "embajadora" que ha unido Perú y México a través de las artes
Ingrid Yrivarren: la "embajadora" que ha unido Perú y México a través de las artes

En los noventas fue una de las locutoras y modelos más hermosas de este país. No leía las noticias: las adornaba. Veinte años después, Ingrid Yrivarren dirige en México la organización cultural Viva en el Mundo, que presenta festivales donde lo más selecto del arte y la cultura peruana se lucen en la capital mexicana y viceversa.

A Ingrid la reencontramos por Fiestas Patrias, en el Teatro Municipal, con la obra “Viaje al Perú en un poema” (presentado en México el 2017). Los versos de Vallejo, Valdelomar, Heraud, Romualdo, Corcuera, declamados, cantados y teatralizados bajo la batuta de J. C. Fisher y Fernando Berckemeyer. La poesía, gracias a Ingrid, saltaba esa noche de los libros al teatro, como nunca antes.

MUJER POEMA

Por esta obra, en México “oyeron” y “vieron” el alto nivel de la poesía peruana. Ahora, en el Municipal, nos tocó a nosotros. Ingrid y Berckemeyer proponen una nueva forma de sentir la poesía: viéndola, escuchándola, en música, en voz, en gesto, en performance, con la fuerza milenaria de nuestras letras. Allá, en México, la que “cantó” poesía fue la gran Tania Libertad. Aquí, en Perú, Susana Baca interpretó poemas con esa voz honda de negra finísima que arrulla y estremece al mismo tiempo.

La dinámica Ingrid nunca deja de soñar. Hace un par de años irrumpió en las bibliotecas de esta patria (las secretas, como la de Mario Vargas Llosa por ejemplo) para escribir un libro sobre las mejores bibliotecas peruanas. Obviamente, todos le abrieron las puertas, pues Ingrid, aunque el tiempo pase, sigue siendo igual que México: linda y querida. En 2012, cuando trajo el Viva México a Lima, aterrizó nada menos que con el famoso tenor Plácido Domingo para que cante. Pero a veces no todo se puede: apostar por la cultura en el mundo sigue siendo un calvario, una odisea.

SIEMPRE VIVA.

Los festivales Viva de Ingrid son así: un canto a la audacia y a la vida. Ella llevó nuestra cocina a los salones más lujosos de México y vistió de frac al cebiche, al ají de gallina y a la causa. Luego, trajo los pozoles y las enchiladas aztecas al Mistura limeño.

“Somos pueblos parecidos, hay que tender puentes”, propone, pues si la distancia nos separa de México, el espíritu, las artes, Santa Rosa de Lima, la Virgen de Guadalupe y ahora Ingrid nos acercan.

México y Perú fueron imperios poderosos y gozan de una diversidad cultural asombrosa. Y cuando las embajadas no saben, allí está Ingrid Yrivarren para enlazar y lograr los milagros que la diplomacia no puede.

“Vuelvo en noviembre, con un libro de cocina peruano-mexicano”, anuncia con esa intacta sonrisa suya que provoca suspiros a la limeña.

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