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Durante las denominadas horas punta el caos impera en las principales avenidas de la capital. Sin embargo, el panorama se agrava en las zonas donde la Municipalidad de Lima dispuso el cierre de calles para la ejecución de obras.
Peatones, conductores, fiscalizadores municipales y efectivos policiales son protagonistas de batallas diarias que se desarrollan en pistas y veredas aledañas al puente Bella Unión, así como a las avenidas 28 de Julio y Guzmán Blanco, en el Cercado de Lima.
El problema radica en que el desorden, que debería ser transitorio, se vuelve perenne debido a que los proyectos viales de la Municipalidad de Lima presentan retrasos o están detenidos.
INFIERNO.
A partir de las 7 de la mañana, en la primera cuadra de la avenida Universitaria, los sonidos de los silbatos de los policías de tránsito y agentes del municipio se entremezclan con los gritos de cobradores de buses de transporte público y conductores de mototaxis o autos colectivos, quienes intentan “ganar” pasajeros.
La demanda es alta, pues un tumulto de personas llega a este punto, tras atravesar el pasaje peatonal abierto provisionalmente hasta que culminen las obras del puente Bella Unión. Las pistas son utilizadas como veredas y abordar un vehículo es una verdadera competencia.
En esta zona, los buses cruzan por la berma central, las mototaxis llevan hasta cuatro pasajeros, y los autos se estacionan en cualquier parte. Todo esto ocurre frente a las autoridades.
El peatón expone su vida al caminar esquivando los autos o al subir a uno en movimiento. “No tenemos otra opción. Debemos caminar un largo tramo para abordar un carro, que encima va repleto. De alguna forma debemos trasladarnos”, dijo un joven.
Esta obra, que está pendiente desde 2013 cuando colapsó el puente, fue iniciada en julio de 2015. El alcalde de Lima, Luis Castañeda, prometió culminarla en 18 meses, pero esto no ocurrió. Tras varias paralizaciones, el burgomaestre ha asegurado que estará lista recién en julio.
PELIGROSO.
Un panorama caótico y peligroso se registra también en la avenida 28 de Julio, por el óvalo Jorge Chávez, donde el municipio de Lima debió construir una alameda, que formaba parte de su proyecto de by-pass.
Actualmente, el terreno está cercado y dificulta el desplazamiento de los peatones. Los únicos pasajes abiertos para transitar no tienen luz y están llenos de piedras, por lo que de noche los peatones deben alumbrarse con sus celulares para evitar lastimarse.
A las 6 de la tarde, cruzar la avenida 28 de Julio por la pasarela peatonal es casi imposible, pues esta obra inconclusa y otra que se ejecuta en la avenida Guzmán Blanco congestionan el tránsito.
En esta última vía, la comuna limeña se encuentra reparando las pistas. Los trabajos debían durar 180 días, desde octubre de 2016, pero hasta la fecha solo se ha terminado un carril.
En la pista hay paraderos temporales que solo son protegidos por unas bases. Quienes más dificultades tienen para trasladarse son las personas con discapacidad visual, que ahora deben sortear obras viales inconclusas.
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