Hágase estas preguntas: ¿Estás comiendo cuando no tienes hambre físicamente? ¿Estás comiendo porque estás aburrido? ¿Es habitual el tazón de canchita mientras ve un programa de televisión? ¿Estás comiendo más de lo normal en una sola comida?

Estas son señales de que puede estar desconectado de sus señales de hambre y, en cambio, está comiendo para llenar un vacío emocional.

Si descubre que, a menudo, come cuando no tiene hambre, aconsejo hacer una pausa, deje todo lo está haciendo y, antes de querer comprar una bolsa de papitas, conecte con tu cuerpo. Respire y beba un poco de agua. ¿Está sucediendo en tu vida algún evento que le provoque ansiedad?

Los psicólogos recomiendan implementar mecanismos de afrontamiento; cambiar tu mentalidad sobre la comida como una respuesta reconfortante. Por ejemplo, si se consuelas con comida chatarra después de un mal día, trate de reemplazar la comida con un tipo diferente de actividad”, como salir a caminar, llamar a un amigo o beber una infusión y leer un buen libro.

Otra estrategia es llevar un diario de emociones. Anotar cómo se siente puede ayudar a controlar mejor lo que estás comiendo. Libere a través de la escritura. Si la angustia fuera muy grande y quiere saciarla con comida, elija alimentos sanos como frutas y nueces.

Usar la comida como muleta para evitar enfrentar emociones difíciles es una estrategia común. Lo mejor es enfrentar la emoción, sin miedo. “Usar la comida para sobrellevar el dolor emocional es parecido a una adicción”, dicen los investigadores. También han descubierto que las personas que abusan de la comida “experimentan similares impulsos y reacciones neurológicos que los adictos a sustancias como la heroína y la cocaína”. Si ese es tu caso pide ayuda, ir a terapia es lo más recomendable.

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