En estos días de Semana Santa, la clase política peruana en general debería golpearse el pecho y pedir perdón a las alturas por poner a nuestro país en los ojos del mundo, pero no por buenas noticias sino por escándalos ligados a coimas y corrupción, como ocurre con el caso Odebrecht, que involucra a los últimos expresidentes de la República.
Los votantes también tenemos que hacer un acto de contrición por equivocarnos tanto a la hora de elegir a nuestras autoridades, llámese mandatarios, presidentes regionales, congresistas y alcaldes.
Necesitamos una renovación como sociedad y resulta imperativa la ayuda divina.
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