El madrugador crimen ocurrido ayer en la bajada de Armendáriz, en Miraflores, demuestra por enésima vez que estamos a merced del sicariato y todas las modalidades de crimen organizado sin que la Policía tenga las armas necesarias para aplacar la violencia generalizada que vive el país.
Todavía no se resuelven los casos de la canadiense desaparecida y el periodista descuartizado y ya tenemos otro espantoso asesinato, en esta ocasión un hombre acribillado dentro de una camioneta. El ministro Carlos Basombrío ya debe estar alistando su renuncia.
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