Cuánta razón tenía el escritor español Carlos Javier González Serrano cuando vislumbró que: “La política se ha devaluado hasta el punto de que la hemos convertido en un mero oficio en el que la mentira, la falsificación o la demagogia se justifican para alcanzar el poder. Un poder que ya no es político -es decir, humano- sino más bien económico y degradante”.
Nunca tan preciso para ilustrar la coyuntura peruana, pero sobre todo los vericuetos por los que transita el presidente Pedro Pablo Kuczynski. El fin jamás justificará los medios, menos las coimas o los sobornos.
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