Comenzó el principio del fin de Alejandro Toledo. El ocaso de un político que en su momento sintonizó con los sueños de superación de los peruanos luego de la debacle moral que implicó el gobierno corrupto de Alberto Fujimori y su siamés Vladimiro Montesinos.
Ya sabemos cómo debe estar el “Cholo” tras conocer el veredicto del juez Richard Concepción Carhuancho: sumido en la dipsomanía, cuando menos, pero el daño que le suministra a la imagen del país es irreparable.
Ahora todo el mundo habla que convivimos con la coima y que los abanderados son los propios mandatarios. Qué vergüenza.
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