El partido de ida de la final de la Copa Libertadores de América entre Boca Juniors y River Plate nos permitió comprobar una vez más que el fútbol es el deporte más hermoso del mundo. Un ida y vuelta impresionante que refrenda el rótulo de superclásico. La expectativa fue total y quién sabe si hasta los extraterrestres se pusieron a ver tremendos golazos. Lo único que no nos cuadra es que, a la usanza peruana, estos encuentros se jueguen únicamente con público local. Eso le quita color y sabor a la fiesta de la pelotita e implica hacerle el juego a los desalmados que fungen de hinchas.
OJO CON ESTO:
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