Venezuela no solo tiene como presidente a un dictador mal clonado de Hugo Chávez, que maltrata a su pueblo y dice sandeces como su mejor política de gobierno, sino que en el Palacio de Miraflores se sienta un mono con metralleta que dispara indistintamente contra cualquier autoridad, interna o externa, que ose criticar su afán compulsivo de perpetuarse en el poder.
Este paria, que se cobija en las faldas de Putin, no debe seguir un día más al mando del país llanero y el Perú -de reconocida vocación democrática- ha hecho bien en reconocer a Guaidó como presidente
encargado.
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