La Plaza San Martín no solo se ha convertido en el bastión de los maestros en huelga; también en una especie de mercado donde se vende comida, libros y hasta matracas y silbatos para “armar” la protesta. Situación que ha obligado a la Municipalidad de Lima a incrementar su presupuesto para mantener limpio el lugar.
El año pasado, con un gran número de policías, la comuna prohibió que marchas como la de “No a Keiko” y del “Orgullo LGTBI” llegaran a la plaza para resguardar el patrimonio histórico de Lima.
¿Por qué las autoridades no piensan igual ahora que la plaza se ha convertido en un mercado?
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