“Si Perú no es capaz de ganarle a Nueva Zelanda, no merece ir al Mundial”, dicen algunos comentaristas de la televisión. Y es verdad.
Si bien los “kiwis” saben lo que es una pelota, están lejos de ser una selección que arrase y tenga un sistema de juego inquebrantable.
Si la blanquirroja se tranquiliza y apela al juego que le conocemos, a ras del campo, en nuestro estadio, los goles van a caer sin mayor problema. Y eso depende mucho de las órdenes que emanen de la cabeza de Ricardo Gareca.
Que hoy se acaben esos 36 años de frustración mundialista, por favor.
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