Los gobiernos central, regionales y municipales son las verdaderas minas de oro de bandas disfrazadas de partidos políticos que, a costa de los pobres y los fondos públicos (que pertenecen a todos los peruanos), amasan millones de soles a través de contratos y “gastos” sin sustento.
Hay varios presos, entre gobernadores y alcaldes, y esperamos que sigan cayendo más. ¿Hasta cuándo soportaremos tanta corrupción? ¿Bastarán leyes para frenarla? La política debe ser de auténtico servicio al país, más aún cuando los funcionarios cobran buenos sueldos que cubren su necesidades.
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