Cuando un equipo grande juega como chico es porque algo malo pasa en la interna del plantel.
Lo que sucede en Alianza Lima ya es preocupante para sus hinchas. Y ojo que no sólo es por el horrible partido que hicieron los íntimos ante la San Martín, o porque los santos resultan ser una especie de 'bestia negra', ya que siempre les ganan y encima los humillan como sucedió el último sábado en el Callao.
Lo que pasa con los victorianos es evidente. Su técnico, el argentino Gustavo Costas, ha perdido credibilidad y su presencia en el plantel no sólo es cuestionada por el pésimo nivel que muestran en el campo de juego, sino también por sus extrañas preferencias.
Nadie se explica cómo el señor Hernán Peirone puede ser titular con las miserables presentaciones que ha hecho desde que se enfundó la blanquiazul. Es un desastre y no justifica su presencia en el club, ni el exorbitante sueldo que gana por no hacer goles.
Costas está actuando de manera sospechosa. El también aprobó la contratación del pésimo volante colombiano Leonardo Castro, que sin tener buenos antecedentes llegó como salvador al cuadro de La Victoria y ahora nadie se acuerda de su nombre.
La tribuna insulta, el Comando Svr se desespera, pero la directiva de 'Pocho' Alarcón no reacciona ante el pésimo manejo del plantel profesional.
Si Alianza sigue jugando tan mal, lo más probable es que termine el Descentralizado de media tabla para abajo. Para que esto no suceda, Costas tiene que irse.