Comer no sólo se trata de cumplir una necesidad básica, sino de adecuar la alimentación a las necesidades de la persona considerando su individualidad y también las características del tipo de trabajo.
Cada empleo demanda cambios y adaptaciones en la dieta. Por ejemplo, una persona cuyo trabajo requiere esfuerzo físico tendrá diferentes necesidades nutricionales en comparación a alguien que pasa horas tras un escritorio.
Si tu trabajo te demanda mucho esfuerzo físico, lo que significa que gastarás energía, tu alimentación debe ser alta en carbohidratos como las menestras, quinua, avena, choclo, papa, camote, etc., pero sin descuidar las verduras y las proteínas.
En cambio, si tu empleo te obliga a pasar mucho tiempo sentado y gastas poca energía física, debes reducir los carbohidratos (no eliminar) y más bien dar preferencia a la fibra de las verduras, frutas y semillas, además de tener una buena hidratación.
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