Las fibras dietéticas, en términos generales, son de 3 tipos: aquellas que son solubles en agua, las que son insolubles en agua y los almidones resistentes o también conocidos como fibra prebiótica o fructooligosacáridos. Cada uno de estos tipos, a su vez, una variedad de subtipos.
Una manera de reconocer la fibra en alimentos es por la textura, por lo general las partes duras son la fibra. Suele estar presente en la piel de las frutas como la manzana o de vegetales como la lechuga, también en la pulpa de los alimentos. La piel de menestras, corteza de cereales y semillas son otros ejemplos.
La fibra también se identifica por su capacidad de formar gel cuando entra en contacto con líquidos, por ejemplo, la chía al remojar en yogurt o la linaza al hervir junto a la cebada en el emoliente.
La fibra prebiótica, por su parte, está presente en alimentos como el yacón, la alcachofa y los almidones resistentes de las menestras, que son las responsables de la formación de gases.
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