A Sergio Markarián hay que preguntarle dónde comienza y dónde termina esa línea llamada nivel de compromiso que se supone tienen sus jugadores de la selección.
Es probable que lo que es bueno para el técnico del combinado patrio, no lo es para el resto de peruanos.
Perdimos ante Colombia en Barranquilla, haciendo un pésimo partido, pero eso parece ser un hecho sin importancia, intrascendente, porque a las pocas horas los jugadores de la bicolor, con el capitán Claudio Pizarro a la cabeza, fueron a una discoteca a celebrar, mientras la herida de la derrota seguía abierta en el corazón de todos los peruanos.
Aquí no se trata de bajarle la llanta al equipo de todos, porque todos queremos que Perú cambie la historia y vaya a un mundial después de tanto tiempo, sin embargo, los jugadores deberían entender que hay momentos y momentos para festejar.
Dicen que fue cumpleaños de André Carrillo, pero hasta para eso hay que ser inteligentes. Pizarro le pide inteligencia a sus compañeros para encarar los partidos, pero él no predica con el ejemplo porque se luce celebrando cuando los peruanos tienen la memoria fresca de cada gol que nos hizo Colombia en el Metropolitano de Barranquilla. Le falta sabiduría al goleador de la Bundesliga para entender que una derrota no es fácil de digerir para la afición nacional.
A veces no entendemos por qué al jugador peruano le gusta exponerse tanto y lo peor de todo es casi siempre lo hace en el momento menos indicado. El sentido de responsabilidad y de respeto parece estar en esa mochila pesada que no sabemos en qué momento dejarán de llevarla sobre sus hombros muchos de estos futbolistas que tienen el privilegio de vestir la blanquirroja, pero no el honor de defenderla como todos deseamos.