Uno de los problemas más frecuentes es la exposición prolongada a la luz solar. La mejor línea de defensa contra la luz solar es la cobertura. Usar un sombrero de ala ancha o una gorra, gafas de sol y ropa de algodón de color claro son las soluciones más prácticas.
Es mejor que los más pequeños permanezcan en la sombra siempre que sea posible y limiten la exposición a la luz solar durante las horas de máxima intensidad, es decir, entre las 10 a.m. y las 4 p.m.
Muchas veces y por estar de vacaciones, los padres permiten el aumento de actividades físicas como el deporte o ejercicios en las vacaciones útiles, los cuales deben reducirse siempre que el calor y la humedad alcancen cifras críticas.
Antes de una actividad física prolongada, el niño debe estar bien hidratado. Asimismo, debe consumir suplementos minerales como el magnesio y el zinc, que son aquellos que se pierden rápidamente a través del sudor.
También se debe prestar atención al uso de las piscinas. Nunca dejen a los menores solos en la piscina o cerca de ella. Hay padres que confían en los flotadores, pero estos no son un sustituto de los chalecos salvavidas aprobados, y pueden dar una falsa sensación de seguridad.
Tengan un especial cuidado con los insectos y lugares donde se congregan como estanques. Eviten el uso de jabones muy perfumados, perfumes o aerosoles para el cabello en sus hijos.
La alimentación es muy importante. Hay que consumir siempre frutas de estación, verduras frescas sin cocinar e hidratarse más. Las ensaladas van muy bien en verano. No justifiquen el calor para aumentar en sus niños el consumo de bebidas gaseosas, helados o chupetes. Acostúmbrenlos desde pequeños que la bebida más natural y saludable siempre será el agua.
Antes de una actividad física prolongada, el niño debe estar hidratado. Asimismo, debe consumir suplementos como el magnesio y el zinc, que son aquellos que se pierden a través del sudor.
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