Qué tal.
Es imperativo que el Gobierno, además de exigirle a la Policía vigilancia efectiva y mayor inteligencia, analice la decisión de declarar en emergencia la salud mental del país.
Basta ya de que, a diario, se suceden casos de feminicidios, filicidios, matricidios y demás. La sangre de peruanos inocentes, a manos de personas para quienes la vida no vale nada, hace rato que llegó al río y hace falta una política de Estado frente a esta alarmante situación.
Si hace algunos meses lloramos la muerte de Jimenita, una niña de 10 años, en las garras del “Monstruo de la bicicleta” de SJL, ahora nos duele en el alma el espantoso crimen de Kelly, una menor también de 10 años, ultrajada y estrangulada por una bestia de dos patas y su compinche, en Barranca.
Está bien el apoyo ministerial a los familiares y que el propio director de la Policía vaya al lugar, pero necesitamos ir más allá. Por ejemplo, una reunión multisectorial para atacar de raíz este disloque mental que sufren muchos ciudadanos.
Mientras tanto, cuidemos con mayor celo a nuestros niños en estas calles peligrosas.
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