Qué tal.

La línea de corrupción, cada vez más visible entre Brasil y Perú, va llegando hacia los pesos pesados, tanto aquí como allá.

Ayer, en el país de la samba, el tribunal supremo puso a bailar con la más fea al ex presidente Lula al rechazar un habeas corpus con el que pretendía sacarle el cuerpo a la cárcel.

Hoy el juez federal dictó la orden de captura para que empiece a pagar los12 años de prisión por haber recibido un depa de OAS a cambio de contratos con Petrobras.

Y en nuestro país, ya con Ollanta y Nadine guardados, le tocó el turno a la exalcaldesa de Lima, Susana Villarán.

El Ministerio Público allanó su casa en Miraflores como parte de las investigaciones por el billetón que supuestamente recibió de Odebrecht y OAS a cambio de licitaciones.

El delito no paga. Las rumas de dinero mal habido son una ilusión pasajera cuando se impone una verdadera justicia. Y en ese camino parecen estar Brasil y Perú.

Con estos ejemplos sobre la mesa, ya nos imaginamos la tembladera en la que debe estar enfrascado el expresidente Alejandro Toledo, prófugo en Estados Unidos por la misma cantaleta.

Solo así, con lecciones drásticas contra la corrupción, venga de donde venga, los pueblos serán libres y completamente soberanos. 

Solo así, con lecciones drásticas contra la corrupción, venga de donde venga, los pueblos serán libres y completamente soberanos.