Qué tal.
Alguien ha dicho que cada Congreso de la República es peor que el otro y, si nos atenemos a los antecedentes, no le falta razón: los padres de la Patria han ido en una inexorable involución a través de las últimas décadas.
Y es que ayer y hoy, el Parlamento siempre ha sido el epicentro de ardorosos debates políticos, pero también un recinto público donde se anteponen descaradamente las más bajas pasiones.
Susy Díaz acaba de confesarle a Ojo que, cuando era legisladora, un colega casi la viola en su oficina y que otros no dejaban de acosarla. El tiempo ha pasado y la situación no ha cambiado un ápice.
Mamani, primero, y López Vilela, ahora, han contribuido a hundir en el subsuelo a un Parlamento al que la gente tiene una animadversión sin precedentes, tanto así que quiere que se vayan todos, como lo refrendó en el referéndum del domingo eliminando la reelección de congresistas.
Cecilia Chacón, al depositar su voto en el hemiciclo, y la misma Eliane Karp, cuando se quitó el saco en una sesión, recibieron silbidos de los faltosos sentados en sus curules. De manera que estamos ante un Congreso sicalíptico por tradición, y habrá que ponerles el pare drásticamente.
Esto fue todo por hoy, guardo el lápiz, hasta mañana.
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