Muchos padres de familia califican como inapetencia cuando su hijo solo acepta un tipo de alimento (jugos, leche o fruta todo el día), come a deshora o no quiere variar su dieta. La verdadera inapetencia suele acompañarse de una pérdida de peso, enfermedad y/o reducción de energías.

Probablemente, la falta de apetito del niño entre los 2 y 5 años sea uno de los motivos más frecuentes de consulta al pediatra. Frente a esta situación, una acción común de los papás sin asesoría médica es refugiarse en la gran oferta de suplementos del mercado que prometen mejorar este problema.

Sin embargo, tenga plena seguridad que cuando el niño sano está inapetente o no quiere comer, es posible manejar esta complicación sin ninguna necesidad de suplementos, que mal administrados podrían perjudicar la nutrición del menor, así como su economía. Si el pequeño no quiere comer, consulte a su nutricionista y/o pediatra.

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