Mientras el pueblo sufre los embates de la delincuencia y la inseguridad ciudadana, algunos políticos se dan el lujo de pasearse por el mundo vivir a cuerpo de rey y tener un ejército de guardaespaldas que los protegen hasta cuando van a la ducha, sin tener en cuenta que miles de ciudadanos padecen las consecuencias de su incapacidad para gobernar. Lo que importa para ellos son viajes, viáticos, paseos y todas las gollerías por el hecho de estar en altos cargos del gobierno. Ya no se acuerdan de las promesas que hicieron cuando estaban en busca de votos y juraban 'servir al pueblo'.

Llegan al poder y hacen todo lo contrario: que el pueblo les de todo servido a ellos. Es bueno recordar que todos los últimos presidentes están acusados o cuestionados por hechos de corrupción. Alan García, Alberto Fujimori, Alejandro Toledo y ni Ollanta Humala se salva de los manejos corruptos que han manchado sus gobiernos. Lo peor es que los corruptos de ayer son los moralizadores de ahora y siempre hacen el cuento porque el pueblo peruano fácilmente se olvida de los más sonados casos de corrupción. Así fue Alan en su primer gobierno y Fujimori con Montesinos. En buena hora que el pueblo ya se dio cuenta de esos amarres de ciertos políticos que dan su apoyo a cambio de que les tapen sus cochinadas,
como viene ocurriendo con los millones de la suegra de Alejandro Toledo.

Evidentemente allí hay algo raro que se tiene que investigar, pero que la mayoría gobiernista está tratando de hacerse de la vista gorda para no perder en el Congreso los votos de su socio que quiere imponer la política del chantaje. También hay la sensación de que desde el gobierno se está tratando de enlodar a los partidos y políticos de oposición sacándoles los trapitos en una guerra sucia para desacreditarlos y posiblemente dejar el terreno listo para que se lance Nadine Heredia como la abanderada de la moralidad.

La puntería ya está puesta en Alan y el partido Aprista y en Keiko y los fujimoristas. Cierto que estos grupos tienen un pasado manchado por la corrupción, pero no quiere decir que todos sean corruptos. Ya vemos que
Toledo no se quedó atrás y Ollanta se está cayendo por culpa de su 'socio'. Ya se sabe que algunos políticos criollos utilizan el poder para enriquecerse y no para servir al pueblo. Se llenan de soberbia y se creen los dueños del Perú, haciendo tanta barbaridad que al final se piensa que todos son cortados con la misma tijera. Lo cierto es que algunos solo buscan llenarse los bolsillos sin importarles el sufrimiento del pueblo que los eligió.