La corrupción genera pérdidas por unos tres mil 570 millones de dólares al año en el Perú, la friolera de más de diez mil millones de soles que bien se podrían invertir en obras para sacar de pobres a los millones de peruanos que aún necesitan el apoyo eficiente del estado para generar más riqueza. Millones que van a parar a los bolsillos o las cuentas de tantos forajidos que se mueren por llegar al poder para meter uña y empobrecer más la gente que vota pensando en que harán lo mejor para asegurar el bienestar de sus hijos o nietos. Pero todo es falso. Lo más triste es que los últimos tres presidentes que han tenido el Perú están presos o implicados en escandalosos casos de corrupción.

Alberto Fujimori, Alan García y Alejandro Toledo son los nombres que suenan hoy en los pasillos judiciales y la prensa por estar comprometidos en sonados casos de corrupción. Pero no solo eso. Además, comprometen a funcionarios de confianza y familiares que han sido utilizados por la ambición del poder y el dinero. Claro, que por más que se limpien o sus ayayeros digan que son inocentes, el público cree que hay poderosas razones para pensar que sí les ha llegado la plata sola. Las pruebas son los millones que se les van descubriendo en sus cuentas o las lujosas propiedades que tienen a su nombre o están en poder de testaferros que ocultan verdaderas fortunas mal habidas.

El Perú es un país joven, fuerte y con energía, pero carga con un lastre que se llama corrupción. Lo tiene en su espalda y le impide hacer un esfuerzo mayor por crecer, dijo el contralor en la IV Conferencia Anticorrupción Internacional. Enfatizó que la corrupción afecta directamente a 9.6 millones de peruanos que viven en la pobreza, de los cuales casi dos millones son considerados en extrema pobreza. Este es un lastre que atenta directamente contra los derechos fundamentales de las personas . Así que no se hagan los locos aquellos que defienden a los corruptos que tanto daño han hecho al Perú y ahora se las quieren dar de moralizadores o gente de bien. Nada más falso.

Son tantos los millones de los que se apoderan estos sinvergüenzas, que ni siquiera se apenan de tener en el abandono a miles de peruanos que se mueren de frío en Puno o viven a la intemperie después de un terremoto como el ocurrido en Ica. Solo con todo ese monto que se roban al año en el Perú, bien se podría tener un fondo para devolverle su plata a los fonavistas, ayudar a los damnificados de desastres o crear un banco para ayudar a financiar las cosechas a campesinos que no tienen ni créditos para hacer producir la tierra que trabajan. Si Ollanta Humala y su premier Juan Jiménez Mayor logran combatir este lastre y meter presos a los corruptos, se ganarán la confianza popular y el respeto porque el pueblo ya está cansado de gobiernos mafiosos que a su paso dejan argollas para robar en medio del caos y la corrupción.