Ahora quiero ver cuántos generales aparecen después de la batalla. Nuestras chicas del vóley de menores retornan a casa y seguro que más de un político o alcalde figureti saldrá a ofrecerles el oro y el moro, pero pasarán algunos días y luego todo volverá a la normalidad. Esa normalidad indiferente que deja casi en silencio a nuestras chicas sin recibir la ayuda necesaria que precisa un deportista competitivo.
Es muy fácil subirse al coche cuando no se hizo nada por empujarlo. El vóley peruano no goza ni de la sexta parte de apoyo económico que tiene el fútbol en muchas de sus manifestaciones, porque la empresa privada, esa misma que se jacta de apoyar los colores rojo y blanco, prefiere direccionar su respaldo al fútbol mirando por encima del hombro a otras disciplinas.
No conozco a otra actividad deportiva que ciertamente una más a los peruanos que el voleibol, sin embargo, el deporte de la net alta, también es minimizada por entidades que podrían contribuir para que tengamos generaciones realmente competitivas como estas niñas que acaban de lograr un meritorio cuarto lugar en Tailandia 2013.
El vóley es una actividad que está presente por la voluntad amateur de sus dirigentes que muchas veces sin recursos logran que sus planteles participen en diversos torneos. Varios directivos deberían ser reconocidos porque nadie se imagina el enorme sacrificio que hacen para que sus equipos puedan siquiera actuar en una liga distrital.
Las autoridades y políticos solo esperan estos instantes de reconocimiento popular para ganar páginas y pantalla, no lo hacen de corazón porque si así fuese no dejarían en la orfandad a tantos deportistas calificados que tenemos y que luego se sienten frustrados cuando se enteran que no pueden participar en un torneo porque la federación respectiva prefirió que al evento vaya un directivo ni un deportista. El vóley es un deporte maravilloso, pero también sufre con la indiferencia de nuestras autoridades. Ya es hora que esto cambie.