Javier Cabello

El último “Clásico del Pacífico”, entre las selecciones de fútbol de Perú y Chile, que presencié y estuve al ras del campo ocurrió en el gigantesco estadio Arena do Gremio en la ciudad de Porto Alegre en la semifinal de la Copa América Brasil 2019. Ese día la Blanquirroja goleó 3-0 al conjunto “mapocho” y pasó a la final, pero esa es otra historia.

Mañana la selección peruana deberá ganar para seguir soñando con la clasificación al Mundial 2026. No se puede ni empatar. Solo sirve el triunfo en el Estadio Monumental.

Este nuevo encuentro futbolístico me hizo recordar cuando hace unos meses estuve caminando por las calles de la ciudad de Santiago, capital de Chile. Conocí distintos lugares que me sorprendieron por su belleza así como también por sus edificaciones nuevas y antiguas. Al llegar al Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benitez, luego de tres horas y media de vuelo desde Lima, me dirigí al centro de Santiago. Cuando viajo solo llevo mi mochila para poder desplazarme sin problemas en el transporte público. En el terminal aéreo chileno hay un paradero de buses que parten cada 10 minutos al centro histórico y el pasaje cuesta 2 mil pesos, al cambio serían unos ocho soles. Luego de 40 minutos de viaje me bajo en el paradero Los Héroes para dirigirme primero al hospedaje. Muy cerca de allí se encuentra la estación del mismo nombre del Metro de Santiago. Cruzo caminando la avenida Libertador General Bernardo O’Higgins o conocida como La Alameda, principal vía de la ciudad de Santiago con casi ocho kilómetros de extensión. Sigo por la avenida Manuel Rodríguez y comienzo a ver poco a poco los edificios que se levantan en el horizonte. Volteo a la izquierda e ingreso a la calle Moneda donde se encuentra el hotel.

Tras ducharme y llevando mi cámara fotográfica, salgo a recorrer la ciudad. Me dirijo al Palacio de la Moneda, que es la sede del presidente de la República de Chile, y durante la caminata resalto la limpieza en las calles así como también la preferencia del peatón al cruzar por parte de los conductores. Son las 6 de la tarde y la temperatura comienza a descender. Perú tiene dos horas menos que Chile. En verano oscurece tarde en esta parte del mundo y a las 9 de la noche aún parece de día. Me sorprendió ver desde el centro de Santiago la grandeza de la Cordillera de Los Andes. Ya lo había visto desde el avión y aproveché para tomar varias fotos para luego subirlo a Instagram, pero recorriendo la ciudad a pie es otra sensación. Lo tienes al frente y es imponente.

El atardecer entre rascacielos y teniendo como fondo a la cadena montañosa del continente sudamericano es propicio para detenerse y contemplar a plenitud el paisaje del país sureño. Luego de caminar varias cuadras llego a la casa presidencial y comienzo a retroceder en el tiempo. Recuerdo las clases de mi profesora del curso de Historia del colegio chorrillano Emilio Soyer Cabero y se me viene a la memoria el sangriento golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 en Chile. La Casa de Gobierno con el presidente de la República, Salvador Allende, en el interior fue bombardeada por las propias Fuerzas Aéreas de su país. Un violento episodio que ha quedado escrito en los libros. Antes de irme me tomo una foto para el recuerdo. Al fondo y en lo alto de la sede de Gobierno flamea la bandera chilena. Durante el tiempo que permanecí en la tierra del poeta Pablo Neruda conocí sorprendentes lugares. Ya les seguiré contando. Nos vemos.