Javier Cabello

He viajado a Bolivia en varias oportunidades y todas las veces que he llegado en busca de la noticia o por turismo, el “soroche” o “mal de altura” me ha tratado totalmente sin misericordia alguna. El “soroche” no tiene compasión de mí y siempre me ha costado adaptarme a la altitud. Cada vez que llego a la ciudad boliviana de La Paz, la capital más alta del mundo y que se encuentra a 3650 msnm, procuro caminar despacio y evito agitarme. El cuerpo sufre por la falta de oxígeno, por lo que se recomienda comer poco y tomar mucha agua. En cambio, otros no tienen ningún problema en la altura. Incluso hasta pueden correr. Ese no es mi caso.

Hace unas semanas, a través de las redes sociales, me enteré de una noticia que me hizo retroceder en el tiempo. La noticia fue que la selección boliviana de fútbol jugará contra Venezuela en el Estadio Municipal de El Alto, situado a 4,150 msnm, por las Eliminatorias al Mundial del 2026, el próximo jueves 5 de septiembre. La Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) autorizó la realización del partido y ahora sí que la tendrá difícil el equipo de Nicolás Maduro.

En Bolivia, ha sido considerado un hecho histórico la aceptación de jugar en dicho estadio conocido como “el nido del cóndor”, con capacidad para 25 mil espectadores. En ese temido campo deportivo, en febrero último, el club boliviano Always Ready aplastó 6-1 a Sporting Cristal y lo eliminó de la Copa Libertadores. “Por primera vez la ciudad de El Alto va a poder cobijar un partido internacional de una selección. Este hecho histórico va a ratificar la filosofía que manejamos y practicamos en Bolivia de que se juega donde se vive”, refirió el presidente de la Federación Boliviana de Fútbol, Fernando Costa.

¿Y si la Federación Peruana de Fútbol se anima a remodelar el estadio Alcides A. Carrión en Cerro de Pasco, a 4,378 msnm, para que la “blanquirroja” juegue algunos partidos? Incluso la FIFA lo ha reconocido como el estadio a mayor altura en el mundo. También los hinchas de Universitario de Deportes no olvidan que en ese estadio contra el club Unión Minas, el 25 de junio del 2000, se marcó el gol más gritado del año y que valió el Torneo Apertura. El autor fue el argentino Luis “Beto” Carranza. Ese día corrió más de 80 metros y a los 91 minutos de juego decretó con un “puntazo” el gol soñado. Quedó para la historia.

Recuerdo cuando junto a mi familia planeamos un viaje por el sur del país y nos animamos a conocer también Bolivia. Había contemplado una “estrategia” para que la altura no nos chocara por lo que decidimos primero viajar a Cusco para luego ir en bus a Puno y después cruzar la frontera por la ciudad de Desaguadero. Estábamos viajando diez días, conociendo ciudades del sur del país y aún nos quedaban muchos días más de vacaciones por lo que decidimos ingresar al país de Evo Morales. A pesar de que ya venía aclimatándome, al llegar a La Paz comencé a sentir algunos malestares pero que, con varias infusiones de hoja de coca, poco a poco fue cesando.

Cuando viajo solo acostumbro a pasar la noche en un hostel, un tipo de alojamiento económico y que compartes la habitación con otros huéspedes “mochileros”. Un hostel muy famoso en La Paz es “El Carretero”, ubicado en la calle Catacora. He tenido la oportunidad de pasar la noche en sus instalaciones y conocer amigos de distintas partes del mundo.

Sin embargo, con mi familia decidí alojarme en un hotel con desayuno incluido, cerca de la Plaza Murillo y el Palacio Presidencial. Deseaba estar en el centro de la ciudad y conocer primero sus principales atractivos turísticos. Uno de ellos es el teleférico urbano más moderno y extenso del mundo, que conecta los barrios de La Paz con la ciudad de El Alto. Durante su recorrido y dentro de una de las cabinas de este medio de transporte aéreo descubrí el contraste de los barrios paceños de distintos estratos sociales.

Llegué a El Alto y fui feliz al observar desde su mirador la inmensidad de toda la capital boliviana. Una foto familiar selló el recuerdo. Fue un viaje inolvidable. Un viaje que deberíamos emprender algún día con nuestros seres queridos. Nos vemos.