El Ministerio Público y el Poder Judicial tienen por delante una gran oportunidad para demostrar de que más allá de los malos elementos que tienen en sus filas, que no son pocos, también hay magistrados probos que saben actuar con la ley en la mano y en favor de la ciudadanía. Me refiero al caso de los secuestradores de la empresaria Jackeline Salazar, que han sido arrestados por la Policía Nacional. Hoy toca al sistema de justicia aplicar las penas máximas tanto a los autores materiales como a los intelectuales. Es de esperarse que de comprobarse todo, sus condenas no bajen de los 30 años, lo cual sería un excelente mensaje para todos esos hampones que creen que se pueden reír de sus víctimas y de todos los peruanos. A inicios de este siglo los secuestros se redujeron casi a cero precisamente porque jueces y fiscales se dejaron de leguleyadas y complicidades, y a los raptores los mandaron de por vida a congelarse a Challapalca. Toca repetir la experiencia.