La trama de trafa y sinvergüencería que envuelve al Fondo Mivivienda en tiempos del golpista Pedro Castillo es una gran muestra de que si por un lado hay funcionarios públicos corruptos como el propio profesor, Geiner Alvarado y Salatiel Marrufo, por otro hay empresarios corruptores como la muy suertuda Sada Goray, a quien nadie mete en la cárcel a pesar de la inmundicia en que está metida. La hipótesis es que ha coimeado a un mandatario en funciones, pero a ella no le pasa nada ¿Por qué? El Ministerio Público tendría que explicar por qué no se mide a todos con la misma vara. La justicia tiene que ser implacable con los corruptos, pero también con los corruptores. Sin estos malos empresarios expertos en “aceitar” a sinvergüenzas en el aparato estatal, no tendríamos por qué ser testigos de ver cómo se levantan en peso la plata de todos los peruanos, con el agravante que en el caso de Goray, se jugó y se lucró con el sueño de los pobres de tener su casa propia.