El ampay a la ministra Betssy Chávez, quien ha metido al Estado a su supuesta pareja y los familiares de esta, confirma lo que ya es una compulsiva tendencia en el gobierno de Pedro Castillo: mirar al Perú como una agencia de empleos y, en ese cometido, no hay impedimento que valga. ¿Otra prueba? La novia del sobrinísimo Gian Marco Castillo Gómez, Sheyla Fernández, de apenas 18 años, ganó como jugando un contrato por 10 mil soles en la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios. Y así por el estilo. El profesor y su prole han llegado famélicos y, por lo visto, no hay investigación que los detenga. Lo anecdótico es que, a pesar de todo este cargamontón de denuncias por tráfico de influencias agravado, Castillo, Torres y los demás ministros sobones salen sin sangre en la cara a decir que aquí no pasa nada y que todo es un invento de la prensa y de quienes no quieren ver al pobre profesor rural en Palacio de Gobierno. ¡Basta ya de tanto cuajo!