Lo que está pasando en nuestro país con los altos índices de inseguridad tiene diversas causas más allá del deficiente trabajo de las autoridades para capturar y poner tras las rejas a los delincuentes. Una de ellas es la corrupción en las instituciones del Estado, en todos los niveles, incluida la Policía Nacional, que así como tiene buenos elementos, hay también corruptos que a cambio de dinero sucio dejan libres o no atrapan a los hampones. Por ejemplo, la Policía sabe quiénes son los vendedores de droga y dónde están. Pero solo atrapan a pequeños vendedores y “jaladores” y no a los “peces gordos”. Si queremos derrotar a la delincuencia no será suficiente dar leyes más severas -que son necesarias- si no erradicamos la corrupción de la Policía. Lo mismo pasa en el Ministerio Público, con los fiscales, y en el Poder Judicial, con los jueces. Entonces, si no limpiamos la casa separando a los corruptos, poco o nada se podrá hacer contra la delincuencia.