Tremenda joya había resultado el presidente colombiano Gustavo Petro, el amiguísimo del golpista Pedro Castillo, pues su hijo acaba de admitir que a la campaña electoral de su padre entró dinero de mafiosos del contrabando y las drogas, y que el actual mandatario sabía. Sí, este es el mismo que pedía reponer al profesor chotano en Palacio de Gobierno y el que decía que su protegido era víctima de la derecha y de los grupos de poder que se oponían a que un “hijo del pueblo” haya llegado a ser jefe de Estado.
Lo cierto es que Petro está contra las cuerdas y, con toda seguridad, en breve él y sus amigos saldrán con el cuento de que el imperialismo, la derecha, los medios y los poderosos se lo quieren traer abajo, como si ellos lo hubieran obligado a aliarse con gente turbia que metió plata a una campaña con la finalidad de tener “su” presidente.
Los colombianos están pagando por haber elegido a un exguerrillero y pistolero que quiso tomar el poder por las armas.