En nuestra edición de ayer informamos que en Perú se registraron en los cinco primeros meses del año, entre enero y mayo, ochenta mujeres fallecidas a manos de sus parejas o exparejas, cifra superior a la del mismo periodo del 2023. Estos crímenes cometidos por sujetos que un día dijeron a sus víctimas que las amaban no pueden continuar y mucho menos quedar impunes. Y muy lejos de nuestra patria, en España, Sarita, una madre de familia peruana, ha sido asesinada por un sujeto que no admitió que la relación haya acabado luego de haberla golpeado. En Comas, la familia de Sarita llora su pronta partida, exige la máxima pena para el feminicida y espera ayuda para repatriar su cuerpo y darle cristiana sepultura. Es en estos casos cuando el Gobierno, a través de embajadas y consulados, debe actuar con premura para dar el soporte legal y psicológico a los deudos. Nuestros compatriotas, que salieron del país en busca de un mejor futuro, no deben estar desamparados.

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