En este diario siempre apoyamos el trabajo que realizan los policías, pero solo los buenos policías. Ellos son los que ponen el pecho y se juegan la vida por la ciudadanía para erradicar a la delincuencia común y el terrorismo. Sin embargo, con la misma energía con que nos sacamos el sombrero frente a los agentes limpios, eficientes y con verdadera vocación de servicio, exigimos sanciones ejemplares contra las manzanas podridas que ensucian el uniforme de la patria. Hace poco hemos visto a unos policías en actividad asaltando una joyería en Magdalena, también a otros adulterando droga incautada en San Juan de Lurigancho para que los traficantes sean liberados. Antes tuvimos a coroneles pagando en dólares al entorno de Pedro Castillo para ascender a generales. Ellos son una verdadera vergüenza y merecen ir a parar a la cárcel. Los primeros que deben exigir sanción para estos malos elementos tendrían que ser los propios buenos policías, que deberían sentir repulsa por tener cerca a corruptos.