Los últimos destapes que tiran barro a las “vacas sagradas” del Ministerio Público no hacen más que confirmar la necesidad de refundar esa institución que no ofrece ninguna garantía para que se investigue y persiga al delito como debe ser. Quizá una muestra de la politización y exceso de figuretismo de varios de sus miembros, como Rafael Vela y José Domingo Pérez, sea el hecho de que hasta ahora no tenemos sentencias contra la manga de políticos ladrones y sinvergüenzas que hemos tenido en el poder. Miren lo que pasa con Ollanta Humala, que hace ocho años dejó el poder y no le pasa nada; o la situación de Susana Villarán, quien dejó la Municipalidad de Lima en 2014 y en 2019 admitió que había sido coimeada por los delincuentes de Odebrecht. Sin embargo, hasta ahora no hay sentencia contra ella. ¿Y los fiscales “estrellas”? Esto es escandaloso. No han conseguido hasta ahora una sola sentencia contra alguno de los que nos ha metido la mano al bolsillo. De hecho, es urgente cambiar dicha institución.