La leche materna es un alimento que contiene todos los nutrientes que necesita el bebé, en la cantidad suficiente (salvo el hierro por lo que al cuarto mes requiere suplementación) y en la forma adecuada a la capacidad en que sus órganos puede digerirlos y aprovecharlos.

Diversos estudios científicos no sólo vienen demostrando el valor nutricional de la leche materna que, sin duda, es fundamental para el crecimiento y desarrollo del neonato, sino que identifican componentes que lo protegen de infecciones. A través de este alimento, el bebé recibe células de inmunidad de la madre, es como una primera vacuna natural.

También contiene probióticos “microorganismos vivos” que llegan al tracto digestivo del bebé y van formando su microbiota. Y prebióticos que son sustancias que no se digieren, pero que favorecen el crecimiento de bacterias buenas. Estos componentes lo protegen de infecciones, permiten una maduración intestinal y lo ayudan a adquirir mayor inmunidad.

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