Las mujeres, por lo general, solemos sentir antojos en la fase lútea, los días después de la ovulación y antes de la menstruación, entre el día 11 y 14 del ciclo. Es en este tiempo donde experimentamos un hambre voraz y demandatorio que se puede expresar por ganas de almidones refinados salados como el pan o la pasta o azúcares como los presentes en los chocolates, pasteles, entre otros.

A veces nos sentimos hasta irracionales frente a este acto, no somos capaces de controlar o elegir con raciocinio porque hay algo más fuerte que nos impulsa a comer y, de no hacerlo, difícilmente encontramos la calma.

Esto ocurre debido a que en la primera mitad de la fase lútea se elevan las hormonas estrógeno y progesterona que, además de promover el acné y el cansancio, estimulan el apetito por las grasas y alimentos gustosos. Lo bueno es que en la medida que no ocurra un embarazo, las hormonas se nivelan.

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