La coima ya es casi una institución en el Perú y todos saben quiénes son los coimeros, pero nadie los denuncia. Los jefes se hacen de la vista gorda y los usuarios no reparan en pagar para que el 'trámite se haga más rápido y sea a su favor'. En los últimos días se ha destapado, como si nadie supiera, que en la Policía Nacional hay malos agentes que todo lo ven coima.Pero también sabemos que no solo allí cobran sino que también hay 'aceitadas' en penales, en el poder judicial, en ministerios, municipalidades y en todo lugar donde se realizan trámites burocráticos.

Nadie sabe qué se espera para acabar con esta lacra. Muchos peruanos son testigos del 'poder' que tienen los coimeros, ya sean policías, oficiales o empleados públicos, pero nadie los denuncia ni los investiga. De dónde sacan plata para tener carros, mansiones, mujeres con varios hijos si apenas ganan un sueldo que, según ellos, no les alcanza ni para comer?.

Es hora que si se quiere moralizar se tiene que comenzar por cortar cabezas en los más altos cargos donde se sabe que hay una tremenda corrupción. Qué tan difícil es controlar a los policías, algunos de los cuales lo primero que hacen es comprarse departamentos y carrazos para lucirse como 'dignos y respetables defensores de la ley'. Algunos de ellos están implicados en negocios oscuros o son captados por la mafia o la delincuencia. Se puede creer que sus jefes no saben en lo que están metidos?. Lo cierto es que si no se logra moralizar el país es porque falta autoridad o hay complicidad. No hay otra explicación.

Por eso la tremenda inseguridad ciudadana. La delincuencia se ha incrementado en un cien por ciento en los dos últimos años a pesar de que Ollanta Humala llegó al poder con la promesa de combatir mafias y corrupción. Todo está peor que antes y no hay autoridad que ponga orden. El pueblo está cansado de promesas y en algunas comunidades se hacen justicia con sus propias manos. Nadie confía en la policía ni la justicia. Reina el caos y campea la delincuencia. Los vecinos viven enrejados, los comerciantes se atrincheran, los dueños de vehículos se arman contra los robacarros, los pasajeros son asaltados en las carreteras por bandas integradas por malos policías y ni las iglesias se salvan de los delincuentes.

Hace falta mano dura y hay que actuar con todo el peso de la ley. Así lo ha hecho últimamente la valerosa mujer policía Leslie Alejandra Rivas Calle. Se tiene que actuar con decisión y dar el ejemplo a policías, jueces o fiscales que fácil liberan a temibles delincuentes. Los más avezados entran y salen a la cárcel como en su casa. Se fugan en las narices de los vigilantes y asaltan en las puertas de las comisarías. Ojalá que el plan de seguridad del que tanto habla el gobierno dé sus frutos, pero primero se tiene que sanear a la policía y el poder judicial porque todo se iría al tacho si seguimos viviendo en el reino de la coima y la impunidad.