El pollo crudo está repleto de microorganismos que pueden causar diversas enfermedades. Dicho esto, la respuesta sobre cómo prevenirlas puede resultar obvia: se debe lavar el pollo; sin embargo, esta acción puede ser peor si no se toman las precauciones necesarias.

Cuando lavamos el pollo crudo, mientras le cae el agua del grifo, el agua que salpica está diseminando bacterias. Esas gotas de agua o sangre pueden quedarse en superficies como el lavadero, el trapo que use para limpiar, la tabla de picar, los utensilios e, incluso, nuestra ropa. Por esta razón los expertos recomiendan no lavarlo ya que, al cocinarlo bien, todas esas bacterias se eliminan.

Pero si tienes la costumbre de lavar este alimento y no quieres cambiar tu dinámica de preparación, entonces aleja todo utensilio y trapo cercano, utiliza mandil y al terminar de lavar el pollo, secarlo muy bien y desinfectar el lavadero.

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