Se estima que cerca del 70% de la población mundial es intolerante a la lactosa, es decir que su cuerpo no cuenta con suficientes enzimas que digieran esta proteína.

Los primeros bebedores de leche eran nómades y su consumo no estaba generalizado. Nacemos con la capacidad de asimilar la lactosa porque la leche humana la contiene, pero, a falta de leche, el cuerpo deja de fabricar lactasa y con el tiempo perdemos la facultad de digerir este líquido.

Las primeras vacas llegan a Latinoamérica con el segundo viaje de Colón, la exposición tardía a lactosa es una de las explicaciones de la intolerancia.

El hecho de que haya un grupo significativo de personas con alergia o intolerancia a la leche de vaca no significa que sea un mal alimento o que su consumo frecuente genere daños a la salud. Por otro lado, aún cuando es un alimento altamente nutritivo, no consumir leche no afecta el estado nutricional ni la salud de los huesos ya que sus nutrientes se pueden suplir de otras fuentes.

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