Al igual que la mayoría de las frutas, las fresas contienen mucha agua (89%) y también aportan fibra que fortalece nuestra flora intestinal. Son ricas en potasio, un mineral importante para la contracción muscular y equilibrio del agua en nuestro cuerpo, y en ácido fólico, que interviene en la producción de glóbulos rojos y blancos, en la síntesis de material genético y la formación de anticuerpos del sistema inmunológico.

No obstante, el nutriente más destacado de la fresa es la vitamina C, que participa en la formación de colágeno, huesos y dientes, glóbulos rojos y favorece la absorción del hierro de los alimentos y la resistencia a las infecciones. Un adulto requiere, al menos, 60 mg de vitamina C al día, que los proporciona 150 g de fresa.

El color rojo intenso, brillante, de apariencia fresca y de piel firme son las cualidades de una fresa de buena calidad. Al escogerlas debemos procurar que conserven su tallo verde y no retirarlo hasta el momento de lavarlas para su consumo.

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