La comunicación bidireccional, es decir de ida y vuelta entre el cerebro y el intestino es una realidad y se le conoce como el “eje intestino-cerebro”. Esta comunicación es fundamental y puede resultar clave en diversas enfermedades y síndromes digestivos, incluyendo el síndrome de colon irritable e incluso trastornos neurológicos y psiquiátricos como en el autismo o la depresión.

El sistema nervioso entérico contiene alrededor de 100 millones de neuronas que regulan el sistema digestivo y se comunican con el cerebro por medio del nervio vago. El intestino es capaz de producir neurotransmisores como la serotonina, la misma que regula el estado de ánimo, el sueño y está involucrada en el apetito.

La microbiota intestinal participa en la producción de estos neurotransmisores, ácidos grasos de cadena corta y otros metabolitos. Para cumplir esta función, la microbiota necesita una dieta balanceada y alta en fibra (verduras crudas, fruta y productos como Fluye).

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