Los científicos de la universidad de Melbourne, en Australia, descubrieron la pintura rupestre más antigua de su territorio: un canguro de aproximadamente dos metros del altura y que, según una medición por carbono radiactivo, tendría más de 17 mil años de antigüedad.
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Los investigadores de la Universidad de Melbourne usaron una nueva forma de medición para determinar la “edad” del dibujo a través de la datación por radiocarbono en nidos de avispas de barro construidos debajo, encima y cerca del arte.
“Esto la convierte en la pintura in situ más antigua de Australia”, señala el investigador principal Damien Finch, candidato a doctorado en la Facultad de Ciencias de la Tierra la Universidad de Melbourne.
Durante un período de cinco años, recolectaron y analizaron 27 nidos asociados con 16 pinturas rupestres diferentes en el Parque Nacional Drysdale River, pintadas con el estilo más antiguo de la región.
“Usamos el patrón de todas las fechas máximas y mínimas que se aplican a pinturas del mismo estilo, para estimar el período en que fueron pintadas. La precisión de esta estimación aumenta a medida que se fechan más y más nidos”, explicó Finch.
Comunicación
Este tipo de pinturas en roca son considerados como los primeros intentos de comunicación humana. El arte rupestre de los aborígenes australianos suele representar animales naturales, pero no es fácil asociar las fechas de creación, ya que la materia orgánica usada como pigmento para realizar la datación por radiocarbono es difícil de encontrar.
Finch considera que este hallazgo es “significativo” ya que gracias a las estimaciones pueden “comprender algo de cómo era el mundo en el que vivían estos antiguos artistas”.
Poner fechas al arte antiguo también es fundamental para reconstruir las piezas perdidas del pasado de Australia que fueron moldeadas por los aborígenes hace miles de años, declaró Cissy Gore-Birch, presidenta de Balanggarra Aboriginal Corporation en Australia.
“Es importante que el conocimiento y las historias indígenas no se pierdan y sigan compartiéndose durante las generaciones venideras”, explicó Gore-Birch en un comunicado. Los hallazgos fueron publicados en línea el 22 de febrero en la revista Nature Human Behavior.
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