Con énfasis y evidente preocupación por cuidar el planeta, el comisario europeo de Medioambiente, Virginijus Sinkevicius, reclamó a la comunidad internacional a crear “el área marina protegida más grande del mundo” en la Antártida.
“Es un ecosistema único, pero lo más importante es su valor como biodiversidad, porque ninguna tecnología puede reemplazar a los océanos, ni su capacidad de absorber carbono”, indicó Sinkevicius en declaraciones telefónicas a la agencia de noticias Efe al cierre de su visita a Brasil como parte de una gira por Sudamérica.
La Unión Europea apuesta, dentro de la Comisión para la Conservación de los Recursos Marinos Vivos del Antártico (CCAMLR, por sus siglas en inglés), por proteger la biodiversidad de esta remota región, cuya conservación es clave en la lucha contra el cambio climático.
Propuestas salvadoras
Hay tres propuestas encima de la mesa desde hace varios años, dos de ellas abanderadas por el bloque europeo y que abogan por declarar como zonas protegidas vastas áreas de la Antártida Oriental y el mar de Weddell, las cuales superarían los tres millones de kilómetros cuadrados.
La tercera, impulsada por Argentina y Chile, engloba un área de 650,000 kilómetros cuadrados alrededor de la península antártica, según la organización no gubernamental The Pew Charitable Trusts.
La aprobación de esas tres iniciativas significaría la mayor acción de protección ambiental de la historia de la humanidad, al salvaguardar casi cuatro millones de kilómetros cuadrados, una superficie equivalente al tamaño de Europa continental.
“Tenemos que asegurarnos de que los ecosistemas oceánicos sean protegidos”, pidió Sinkevicius.
La idea es crear un escudo de protección en torno a la península antártica, un ambicioso proyecto que empezó a tomar forma en 2016, cuando fue creada por la CCAMLR una enorme reserva marina en el mar de Ross, con 1,55 millones de kilómetros cuadrados.