Con el silencio como único compañero, sin sueldo, sin agua y sin internet. Así tendrá que vivir el ciudadano belga que ha ganado el concurso para habitar la aislada ermita de Saalfelden, en la región austríaca de Salzburgo.
Stan Vanuytrecht, un jubilado belga de 58 años, ha sido seleccionado entre cincuenta candidatos de todo el mundo que se presentaron a la peculiar oferta laboral presentada el pasado enero por la localidad de Saalfelden, en el oeste de Austria.
"Este es mi sitio. Aquí quiero estar", fue lo primero que pensó Vanuytrecht cuando leyó el anuncio que publicó la parroquia de Saalfelden, según recoge la agencia APA.
Vanuytrecht contará con unas maravillosas vistas del valle desde una altura de 1.400 metros, pero no tendrá ni sueldo, ni agua corriente, ni televisión, ni internet.
Su tarea, a partir de finales de abril, será tratar a los visitantes que se acerquen al lugar atraídos por su belleza y peculiaridad, además de cuidar de su nuevo lugar de residencia.
Hablar y escuchar a los peregrinos que se le acerquen no será un problema para el nuevo ermitaño, ya que trabajó como auxiliar sanitario voluntario durante once años, en los que trató con indigentes, alcohólicos y drogodependientes.
Además, este diácono visitó a presos en la cárcel y a pacientes de un psiquiátrico, por lo que está acostumbrado a ayudar a personas en situaciones difíciles.
"Estas experiencias son una ventaja para un ermitaño. Es muy importante escuchar sin hablar de uno mismo, ni juzgar", afirma Vanuytrecht, quien aparte del agua y de los alimentos que busque por su cuenta, dependerá de los que le traigan los peregrinos.
El nuevo ermitaño está igualmente acostumbrado a pasar por épocas difíciles. Después de separarse de su pareja, quien padecía una enfermedad mental y con quien tuvo dos hijos, Vanuytrecht pasó estrecheces económicas.
"Yo era feliz si tenía dinero para comer", asegura.
El idioma tampoco será una barrera para Vanuytrecht, pues aprendió alemán mientras estuvo destinado en Alemania dos años como oficial de artillería.
"Elegimos a Stan Vanuytrecht porque nos llamó la atención su personalidad. Irradia calma y estabilidad y nos ha dicho que quiere vivir como ermitaño durante un largo tiempo", informó el alcalde de la localidad, Erich Rohrmoser.
Vanuytrecht solo podrá ocupar la ermita de abril a noviembre, ya que, debido a las bajas temperaturas, en los meses de invierno el lugar es inhabitable.
El antecesor de Vanuytrecht, un sacerdote de Viena, solamente aguantó un verano, pero antes de él un monje benedictino habitó la ermita durante doce años.
La ermita, levantada hace más de 350 años aprovechando una cueva natural, es una de las pocas de Europa central en la que aún habitan eremitas.
Vanuytrecht tendrá la primera prueba de fuego el próximo 30 de abril, cuando se encuentre con los demás habitantes de Saalfelden en una conocida fiesta local.
Con el silencio como único compañero, sin sueldo, sin agua y sin internet. Así tendrá que vivir el ciudadano belga que ha ganado el concurso para habitar la aislada ermita de Saalfelden, en la región austríaca de Salzburgo.
Stan Vanuytrecht, un jubilado belga de 58 años, ha sido seleccionado entre cincuenta candidatos de todo el mundo que se presentaron a la peculiar oferta laboral presentada el pasado enero por la localidad de Saalfelden, en el oeste de Austria.
"Este es mi sitio. Aquí quiero estar", fue lo primero que pensó Vanuytrecht cuando leyó el anuncio que publicó la parroquia de Saalfelden, según recoge la agencia APA.
Vanuytrecht contará con unas maravillosas vistas del valle desde una altura de 1.400 metros, pero no tendrá ni sueldo, ni agua corriente, ni televisión, ni internet.
Su tarea, a partir de finales de abril, será tratar a los visitantes que se acerquen al lugar atraídos por su belleza y peculiaridad, además de cuidar de su nuevo lugar de residencia.
Hablar y escuchar a los peregrinos que se le acerquen no será un problema para el nuevo ermitaño, ya que trabajó como auxiliar sanitario voluntario durante once años, en los que trató con indigentes, alcohólicos y drogodependientes.
Además, este diácono visitó a presos en la cárcel y a pacientes de un psiquiátrico, por lo que está acostumbrado a ayudar a personas en situaciones difíciles.
"Estas experiencias son una ventaja para un ermitaño. Es muy importante escuchar sin hablar de uno mismo, ni juzgar", afirma Vanuytrecht, quien aparte del agua y de los alimentos que busque por su cuenta, dependerá de los que le traigan los peregrinos.
El nuevo ermitaño está igualmente acostumbrado a pasar por épocas difíciles. Después de separarse de su pareja, quien padecía una enfermedad mental y con quien tuvo dos hijos, Vanuytrecht pasó estrecheces económicas.
"Yo era feliz si tenía dinero para comer", asegura.
El idioma tampoco será una barrera para Vanuytrecht, pues aprendió alemán mientras estuvo destinado en Alemania dos años como oficial de artillería.
"Elegimos a Stan Vanuytrecht porque nos llamó la atención su personalidad. Irradia calma y estabilidad y nos ha dicho que quiere vivir como ermitaño durante un largo tiempo", informó el alcalde de la localidad, Erich Rohrmoser.
Vanuytrecht solo podrá ocupar la ermita de abril a noviembre, ya que, debido a las bajas temperaturas, en los meses de invierno el lugar es inhabitable.
El antecesor de Vanuytrecht, un sacerdote de Viena, solamente aguantó un verano, pero antes de él un monje benedictino habitó la ermita durante doce años.
La ermita, levantada hace más de 350 años aprovechando una cueva natural, es una de las pocas de Europa central en la que aún habitan eremitas.
Vanuytrecht tendrá la primera prueba de fuego el próximo 30 de abril, cuando se encuentre con los demás habitantes de Saalfelden en una conocida fiesta local.