Las historias pueden ser hilarantes si son vistas desde el presente, pero los miles de experimentos que los militares británicos y estadounidenses hicieron con humanos dentro de sus programas de investigación son una realidad.

INICIOS. Desde la creación del complejo ultrasecreto de Porton Down, en la I Guerra Mundial, más de 20 mil personas participaron en miles de ensayos con gas mostaza, fosgeno, sarín y otros agentes nerviosos; ántrax, Yersinia pestis (la bacteria de la peste), mescalina, ácido lisérgico y otras drogas. Casi todos soldados y ningún oficial, fueron voluntarios, ninguno sabía realmente a qué se exponía.

CIENTÍFICOS Y MILITARES. El historiador Ulf Schmidt, director del Centro de Historia de Medicina de la Universidad de Kent (Reino Unido), relata la colaboración entre científicos y militares para lograr sustancias cada vez más letales. Aunque se centra en Porton Down, Edgewood Arsenal, levantado por el Chemical Corps del ejército de EE.UU. en 1916, también guarda algo para los alemanes.

CASO SONADO. Aunque se registraron miles de ensayos, el más siniestro tuvo lugar el 26 de julio de 1963, dentro de un programa para establecer la vulnerabilidad de las infraestructuras en caso de un ataque químico o bacteriológico. Los científicos de Porton Down liberaron 30 gramos de esporas del Bacillus globigii en el metro de Londres. La bacteria se extendió por varias estaciones, hasta 15 kilómetros por los conductos de ventilación. Los londinenses no se enteraron de este hecho hasta hace algunos años.