Imagen de la supernova visualizada.
Imagen de la supernova visualizada.

Se logró fotografiar en una sola imagen, gracias al telescopio espacial Hubble, las primeras fases de la explosión de una (supernova), ocurrida hace 11,000 millones de años, cuando el era aún “primitivo”.

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El trabajo, titulado “Shock cooling of a red-supergiant supernova at redshift 3 in lensed images”, se publicó en la revista “Nature”.

Un equipo internacional en el que participa el investigador del Instituto de Física de Cantabria (IFCA, centro mixto UC-CSIC) José María Diego, ha obtenido las de una supernova joven en la historia del universo, y que además muestran las primeras etapas de una explosión estelar. Ambos hallazgos podrían ayudar a la comunidad científica a saber más sobre la formación de estrellas y galaxias en el universo primitivo.

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“Lo especial de este hallazgo es que hemos observado la supernova durante sus primeros instantes, lo cual ha sido solo posible con supernovas mucho más cercanas a nosotros”, explica José María Diego, investigador del IFCA (CSIC-UC) y firmante del trabajo. “Mi labor ha sido interpretar el efecto lente gravitatoria y los tiempos de retraso relativo entre las distintas imágenes de la supernova”, comenta Diego.


Supernova en una etapa muy temprana

“Es bastante raro que se pueda detectar una supernova en una etapa muy temprana, porque esa etapa es muy corta”, afirma Wenlei Chen, primer firmante de la investigación e investigador postdoctoral en la Escuela de Física y Astronomía de la Universidad de Minnesota.

La supernova en todo su esplendor.
La supernova en todo su esplendor.

“Solo dura de unas horas a unos días, y puede pasar desapercibido fácilmente incluso para una detección cercana. En la misma exposición, hemos sido capaces de ver una secuencia de las imágenes, como las múltiples caras de una supernova”, añade.

El telescopio Hubble ha captado en una sola imagen tres momentos únicos de la explosión de la supernova a lo largo de diferentes fases, que llegaron a la Tierra al mismo tiempo. Esta imagen se ha conseguido gracias al fenómeno llamado ‘lente gravitacional’: este efecto se produce por un cúmulo de galaxias, con una masa miles de veces la masa de nuestra Galaxia, que amplifica la luz que se produce en objetos que están muy alejados y alineados justo detrás del cúmulo. Funciona como lo haría una lente, aumentando la luz que nos llega de la supernova, haciéndola visible para el telescopio espacial.


Cúmulo de galaxias Abell 370

De esta forma, el cúmulo de galaxias Abell 370 ha actuado como una gran lente, magnificando la luz de esta supernova lejana, que se situaba detrás del cúmulo. Y las imágenes ampliadas por la lente han tomado tres rutas diferentes a través del cúmulo, debido a las diferencias en la longitud de los caminos que siguió la luz de la supernova, a la ralentización del tiempo y a la curvatura del espacio debido a la gravedad predicha por Albert Einstein.

“Debido a que la luz tarda tiempos distintos en viajar por estos tres caminos, la imagen captada por el Hubble muestra tres instantes de la explosión en una sola imagen. Entre estos tres instantes, uno de ellos corresponde a solo unas horas después de la explosión”, explica Diego.

El Hubble también ha captado los cambios de temperatura de la estrella supergigante, que se observan con la variación en su color. Cuando es más azul, más caliente es la supernova y a medida que la supernova se enfría, su luz se vuelve más roja. “Se ven diferentes colores en las tres imágenes”, afirma Patrick Kelly, líder del estudio y profesor en la Escuela de Física y Astronomía de la Universidad de Minnesota. “En el núcleo de la estrella masiva, se produce un choque, se calienta, y luego ves que se enfría durante una semana. Es, probablemente, una de las cosas más sorprendentes que he visto nunca”, confirma.


500 veces mayor que el Sol

Las observaciones del Hubble muestran además que esta estrella roja supergigante poseía un tamaño 500 veces mayor que el del Sol. Se trata de la primera vez que el equipo investigador es capaz de medir el tamaño de una estrella moribunda en el universo más primitivo. Para lograrlo se han basado en algoritmos de aprendizaje automático (machine learning), para medir el brillo y la velocidad de enfriamiento del astro.

Ahora, aprovechando la llegada del telescopio espacial James Webb de la NASA, el equipo tiene previsto comenzar a observar supernovas aún más lejanas que esta, y crear un catálogo que ayude a entender si las estrellas que existieron hace miles de millones de años son diferentes de las del universo que conocemos hoy.


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