El filo de un machete es lo que se encontraron hace unas semanas los practicantes del ministerio de Salud de Indonesia cuando acudieron a un pueblo de la isla de Célebes, durante una campaña de vacunación rechazada por parte de la población musulmana -que se sujeta a la ley de Dios- por contener trazas de cerdo.
La agresiva reacción de los residentes de Popayato, en la provincia de Gorontalo, es uno de los ejemplos que el subjefe del gabinete presidencial, Yanuar Nugroho, mencionó para alertar del riesgo de incumplir los objetivos del programa contra el sarampión y la rubeola.
"Algunos (enfermeros) fueron amenazados con machetes porque los padres dijeron, no lo quiero, es haram (prohibido por la ley islámica)", dijo Yunuar la semana pasada al diario local Tempo.
Indonesia comenzó en 2017 la primera fase del programa de vacunación contra estas dos enfermedades en 35 millones de niños de entre 9 meses y menores de 15 años en la isla de Java, donde viven más de la mitad de los 260 millones de habitantes del país.
El ministerio de Salud, apoyado por Unicef y la Organización Mundial de la Salud (OMS), lleva a cabo desde agosto de este año la segunda fase en el resto del archipiélago, que en un principio termina este mes.
Según datos de la OMS de septiembre, Indonesia está entre los 10 primeros países del mundo en número de casos de sarampión y es el primer país del sudeste asiático, sin contar con la India, en número de casos de rubeola, ambos registros en los últimos 12 meses.
Sin embargo, el Consejo de Ulemas de Indonesia (MUI) expresó dudas sobre la vacuna a los pocos días de comenzar el programa y recomendó a los musulmanes que esperasen hasta que el organismo religioso lo catalogase como "halal" (aprobado en el islam).
Finalmente el MUI analizó la vacuna y emitió una fetua el 20 de agosto para permitir su uso argumentado riesgos sanitarios y la falta de alternativas, aunque no la denominó "halal".
El 88 por ciento de los indonesios son musulmanes y practican en su mayoría una forma moderada del islam, pero las facciones fundamentalistas han retrasado la vacuna en provincias como Aceh, la única que se rige bajo la "sharía" o ley islámica, o las Islas de Riau (ambas al oeste).
El secretario del MUI en las Islas de Riau, Ustadz Santoso, indicó dos días después de que su organización emitiese la fetua al diario Jakarta Post que, "si la vacuna es tan importante, entonces llamamos al Gobierno a elaborar una (vacuna) 'halal' y segura para los musulmanes" y negó que haya riesgo de un brote de rubeola en su zona.
Durante un coloquio sobre la vacuna celebrado el martes en Yakarta, la ministra de Salud, Nila Moeloek, consideró que la dispersión geográfica del archipiélago indonesio es una de las dificultades que enfrenta la campaña.
Por su parte el presidente del MUI, Maruf Amin, que se postula como segundo en la candidatura del presidente de Indonesia, Joko Widodo, a las generales de abril de 2019, lamentó la falta de progreso de la vacuna, que "es solo del 48 por ciento", dijo durante el debate retransmitido en directo.
La doctora de Unicef Kenny Peetosutan, que colabora en la campaña de vacunación, señaló que el objetivo es conseguir que un 95 por ciento de los 32 millones de niños incluidos en la segunda fase sean vacunados.
"Con esta alta cobertura, esperamos que no haya oportunidad de que el virus se transmita de persona a persona, pero tiene que ser a todos los niveles, no solo a nivel nacional, si no en cada provincia, en cada municipio y subdistrito la cobertura tiene que ser igual de alta", apuntó a Efe Peetosutan en conversación telefónica.
Según la doctora, la alta tasa de vacunación asegura inmunidad también para los que no pueden vacunarse como ancianos, personas bajo determinada medicación o mujeres embarazadas.
En Aceh, la cobertura alcanza actualmente el 7 por ciento, dijo la semana pasada al medio local Detik el secretario de la Asociación Indonesia de Pediatría, el doctor Aslinar, que como muchos indonesios utiliza un solo nombre.
El ministerio de Salud ignoró las peticiones de acceder a los datos actualizados sobre la cobertura de la campaña que envió Efe esta semana.
El sarampión puede llegar a provocar daños cerebrales e incluso la muerte, mientras que la rubeola puede provocar malformaciones congénitas, abortos o la muerte prematura del feto si la madre contrae la enfermedad durante el embarazo.
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