Paul Alexander, el hombre del 'pulmón de acero' murió a los 78 años de edad.
Paul Alexander, el hombre del 'pulmón de acero' murió a los 78 años de edad.

Paul Alexander, el hombre que vivió por más de 70 años dentro de un “pulmón de acero”, murió a los 78 años de edad. Su dio la vuelta al mundo, por el estilo de vida que lo llevaba a depender de una cámara de metal para poder respirar.

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El estadounidense, quien logró sobrevivir a la poliomielitis, murió el pasado martes 12 de marzo, así lo anunció en su página GoFundMe en la que recibía donaciones para poder cubrir sus costosos tratamientos médicos y seguir con vida.

Una vida de determinación

Paul Alexander, quien fue apodado como ‘Polio Paul’ contrajo poliomielitis en el verano de 1952, dicha enfermedad infecciosa lo dejó paralizado desde cuello para abajo. Lastimosamente, en aquellos años no existía la vacuna contra este virus, por lo que el único tratamiento era utilizar los conocidos “pulmones de acero” en los que permanecerían el resto de su vida.

Desde que un niño, Paul Alexander pasó más de 70 años de su vida dependiendo del ‘pulmón de acero’. No obstante, pese a las dificultades, ‘Polio Paul’ siguió adelante, logró graduarse de la secundaria sin asistir a ninguna clase, y a los 21 años se convirtió en abogado e incluso representó a sus clientes en la corte con un traje de tres piezas y una silla de ruedas adaptada.

A lo largo de su vida, luchó por los derechos de las personas con discapacidad como activista, y en 2020 publicó sus memorias en su libro “Tres minutos para un perro: Mi vida en un pulmón de hierro”, que él escribió con un lapicero atado a su boca.

Paul Alexander murió a los 78 años de edad.
Paul Alexander murió a los 78 años de edad.

¿Qué es un pulmón de acero?

Tras contraer poliomielitis en 1952, Paul Alexander, fue operado por los médicos de Dallas, Texas, quienes lograron salvarle la vida, pero el daño en su organismo no le permitía respirar por su cuenta, por lo que fue puesto en los denominados ‘pulmones de acero’.

Estas enormes máquinas de metal encierran el cuerpo del paciente hasta el cuello y lo ayudan a respirar al succionar el aire del cilindro lo que obligaba a los pulmones a expandirse y aspirar a través de la nariz. Cuando debía exhalar se realizaba el mismo proceso a la inversa.

Paul Alexander llamó a la maquina que lo mantenía con vida como su “viejo caballo de acero”. Después de varios años, el hombre aprendió a respirar por su cuenta, lo que le permitió salir del pulmón por breves periodos de tiempo.

Paul Alexander en un 'pulmón de acero'.
Paul Alexander en un 'pulmón de acero'.


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