Por lo menos 143 personas muertas ha dejado el ataque terrorista en el Crocus City Hall de Moscú, según los últimos datos oficiales ofrecidos por las autoridades rusas, que han informado que entre los fallecidos hay varios niños.
Mientras los moscovitas se afanan para colaborar con donaciones de sangre que ayuden a las víctimas, la investigación sigue su curso, y de momento, los servicios secretos han informado al mandatario ruso, Vladimir Putin, de la detención de once individuos.
Y cuatro de ellos estarían directamente implicados en el atentado. Además, cinco de los once sospechosos serían ciudadanos de Tayikistán, de acuerdo con la información publicada por los medios Baza, Shot y Ostorodzhno, Novosti y un diputado de la Duma Estatal, que han revelado las identidades, fotos incluidas, de los sospechosos.
Según las informaciones filtradas, el coche de los supuestos atacantes ha sido interceptado en la región de Briansk, a 400 kilómetros al suroeste de Moscú, cerca de la frontera con Bielorrusia.
“Nosotros fuimos”
“Los combatientes del Estado Islámico atacaron una gran agrupación de cristianos en la ciudad de Krasnogorsk, en las afueras de la capital rusa, Moscú, y mataron e hirieron a cientos de personas y causaron una gran destrucción en el lugar antes de retirarse a sus bases de manera segura”, informó la agencia Amaq, órgano de propaganda de la organización terrorista en su canal de Telegram.
El escueto comunicado no ofreció más detalles sobre el tiroteo, pero la Guardia Nacional Rusa (Rosgvardia) busca a los terroristas que atacaron la sala de conciertos con armas automáticas antes de una actuación del grupo de rock Piknik.
Despiadados
El Estado Islámico es un grupo terrorista paramilitar insurgente, de naturaleza fundamentalista yihadista wahabita (takfirista) que sigue una doctrina heterodoxa del islam suní integrado por radicales fieles a Abu Bakr al-Baghdadi, que en junio de 2014 autoproclamó el califato desde la ciudad iraquí de Mosul, pidiendo lealtad a todos los musulmanes. Actúa entre Irak y Siria.
El EI es conocido ampliamente por sus videos de decapitaciones y otros tipos de ejecuciones, tanto de soldados como de civiles y hasta periodistas y miembros de ayuda humanitaria, así como por la destrucción de lugares históricos de herencia cultural.